Charlotte Smith es un personaje olvidado en la narración histórica y lo cierto es que gracias a ella hoy en día podemos conocer la lista de todas las mujeres inventoras del S.XIX de Estados Unidos.
La primera ley de patentes de Estados Unidos no tenía en cuenta a las mujeres y por tanto, no podían registrar sus dispositivos a su nombre, como pasaba con la mayoría de sus propiedades que en esa época tenían que estar bajo el nombre de algún varón familiar.
Charlotte no podía consentir esto más tiempo e inició su particular cruzada. Esta feminista activista ya tenía una revista mensual que salía adelante con el trabajo de mujeres únicamente.
Cuando se aprobó la ley de patentes en 1790, empezaron a llegar a esta revista numerosas cartas de mujeres quejándose de que ellas no podían registrar sus dispositivos a su nombre. Así pues, Charlotte publicó un panfleto explicando estas circunstancias: «The Woman Inventor»
Con todos los testimonios en mano, se dirigió a varios congresistas para pedirles que se hiciera una investigación y listado de la cantidad de inventos que habían sido patentados por mujeres bajo sus iniciales (para ocultar que eran mujeres) o por los maridos de éstas.
Gracias a su tenacidad y la presión que se ejercía con las publicaciones de las quejas y testimonios de mujeres, la ley de patentes se modificó y fue en 1809 cuando Mary Dixon Kies registró la primera patente.
Charlotte no se quedaría ahí y consiguió que el Congreso, a pesar de su nula colaboración, aprobara un gasto de 300$ para realizar el listado. Contrató a 4 secretarias que trabajaron con ella en la investigación de todos los registros.
El resultado fue que en 1890 la Oficina de Patentes publicó un libro con todas las mujeres que habían patentado dispositivos tecnológicos entre 1790 y 1886, se estimó que 2297 patentes estaban registradas directa o indirectamente por mujeres.
Curiosidades: A pesar de que muchas patentes estaban registradas por mujeres los funcionarios de la época no ponían especial interés en anotar que esos dispositivos estaban ideados por ellas. Esa falta de cuidado se debía a que muchos de estos inventos tenían que ver con tecnologías domésticas.
Lo llamativo es que cuando inventaban dispositivos militares o industriales, los funcionarios directamente no se creían que pudieran ser capaces de diseñarlos y o bien los ponían a nombre de sus maridos u obviaban el hecho de que eran mujeres.
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